6 de julio de 2006
Morelia, Michoacán, jueves 6 de julio del 2006.
La finalización a las 15:09 horas de este jueves del cómputo electoral en los 300 distritos electorales (el candidato del PAN, Felipe Calderón, recibió 15 millones 284 sufragios que representan 35.89 por ciento de las boletas válidas, mientras que el aspirante de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos que constituyen 35.31 por ciento de los sufragios válidos. La ventaja de Calderón fue de 243 mil 934 votos, es decir, una diferencia de 0.58 por ciento, respecto de López Obrador); la declaración oficial del Consejero presidente del IFE de que triunfó el candidato del PAN; el anuncio de AMLO de que impugnará el resultado y su llamado a sus seguidores para una asamblea informativa en el Zócalo el próximo sábado a las 17 horas; el festejo de los panistas en la sede nacional de ese partido en la madrugada; la larga noche de quienes siguieron paso a paso el desenlace de ésta, la más reñida contienda electoral en la historia de México; el abucheo al gobernador Lázaro Cárdenas Batel por algunos partidarios de AMLO; la favorable reacción de los mercados financieros (la BMV avanzó 533 puntos, una variación de 2.73% y el dólar spot cerró en 11.0590, frente a los 11.3715 que llegó a alcanzar la semana pasada) son algunos de los hechos que configuran los siguientes escenarios postelectorales.
Por un lado, la negativa de AMLO y el PRD a reconocer la validez de la elección hasta que no se lleve a cabo el conteo voto a voto que han venido demandando desde el lunes abre dos vertientes: una, la de la institucionalización del descontento, ejemplificada con la declaración de José Woldenberg, de que es legítimo, legal y normal en un proceso democrático el recurrir al TRIFE para impugnar los resultados; la segunda, promovida desde el domingo en la noche por la dirigencia del PAN, esgrimida por analistas políticos y comentaristas contrarios a AMLO y que ya tiene amplias repercusiones en los medios de comunicación, es la de acusarlo de querer desestabilizar al país, de estar llamando a la desobediencia y a la resistencia civil, la de que se confirma su intransigencia y su desapego por la ley. Lamentablemente, en lugar de establecer una estrategia de medios en que se privilegie la cuestión jurídica, algunas de las actitudes de AMLO parecen confirmar las observaciones de sus adversarios. A esto puede sumarse el enojo y la frustración de algunos de los partidarios del PRD, que demandan desde ahora la movilización popular en defensa del voto.
Por otro lado, se van conociendo día a día una serie de elementos que van configurando un proceso electoral desaseado, como la no presentación del conteo rápido del IFE, los resultados del PREP que siempre, desde el primero hasta el último momento, dieron como vencedor a Felipe Calderón, la poca claridad que existió con relación a los más de dos millones y medio de votos del famoso archivo de inconsistencias, las quejas de alteración de resultados en casillas concretas, la aparición de material electoral en la basura en el estado de México, etc. El estricto apego a la letra de la ley aducido por el IFE y por el PAN para no recurrir a la apertura de todos los paquetes electorales, sumado a los elementos ya mencionados, arrojan una sombra de sospecha sobre los comicios dominicales y su manipulación post electoral. Sin embargo, puede preverse desde ahora que dichos elementos no serán suficientes como para que el TRIFE adoptara una resolución distinta a la declaración de FC como presidente electo. Pero sí pueden ser suficientes para que montados sobre ellos, los grupos más radicales del PRD organicen marchas, bloqueos y plantones que pueden generar conflictos de magnitud desconocida.
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