lunes, octubre 27, 2008

El profeta del desastre

En el Reforma de hoy, Enrique Quintana escribe un interesante artículo sobre la crisis financiera y económica que vivimos y sobre uno de los pocos académicos que vio venir el caos. Vale la pena su lectura.

El profeta del desastre
Un profesor de la Universidad de Nueva York, nacido en Estambul, se ha convertido en el profeta del desastre financiero.

El 2 de marzo pasado, muchos meses antes de que el colapso se desatara, el economista de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, escribía lo siguiente en diversos periódicos en el mundo.

"Actualmente existe un círculo vicioso en Estados Unidos y su alcance se podría ampliar a la economía global. Ahora hay un riesgo grave de un colapso sistémico en los mercados financieros estadounidenses a medida que estallan las burbujas del crédito y los activos.

"El problema ya no son solamente las hipotecas de alto riesgo sino un sistema financiero de alto riesgo. (...)

"Hay por lo tanto un riesgo mayor de que muchos inversionistas apalancados tanto en los mercados de capital como en los de crédito se vean obligados a vender activos no líquidos en mercados no líquidos, lo que conducirá a una caída en cascada de los precios de los activos, por debajo de sus valores fundamentales. Las pérdidas que de allí se derivarán agravarán el desorden financiero y la contracción económica. (...) El riesgo de que una crisis financiera sistémica impulse una recesión más pronunciada en Estados Unidos y a nivel mundial, rápidamente ha pasado de ser una posibilidad teórica a un escenario cada vez más posible".

Roubini había hablado del riesgo de la crisis financiera desde 2006, pero no consiguió ser tomado en serio.

Con los más recientes acontecimientos, su credibilidad se ha disparado a las nubes a pesar de que The New York Times lo ha bautizado como "el doctor calamidad".

Por eso resultan inquietantes sus más recientes señalamientos.

Al participar en un evento en el IESE de España propuso una medida radical para detener la caída de las bolsas: cerrarlas temporalmente, por una o dos semanas.

A su juicio, el miedo se ha adueñado de los mercados y ya no responden a los incentivos por lo que se han convertido en una fuerza destructiva que requiere un corto circuito temporal.

Con la caída experimentada hasta el viernes pasado, el Dow Jones World Index ha caído en 46.5 por ciento en 2008. Considerando que el valor de capitalización de los mercados accionarios del mundo era de alrededor de 60 billones de dólares la comenzar el año, las pérdidas alcanzan aproximadamente 28 billones de dólares.

Para darle dimensión a la cifra, equivale a poco más de dos veces el valor del PIB anual de Estados Unidos o 27 veces el valor del PIB anual en México.

De ese tamaño ya es el desastre.

Roubini, además, anticipa muy malos tiempos. El viernes pasado dijo en España que la recesión mundial ya es inevitable y que durará al menos dos años, descartando los escenarios que hablan de una recuperación al final del 2009.

Su ascendente estrella ya le valió a Roubini que el Foro Económico Mundial le haya encargado la realización de un informe sobre el sistema financiero.

Si resultara que las predicciones del profesor de la Universidad de Nueva York estuvieran correctas, entonces más nos valdría prepararnos para un invierno económico largo y muy severo más que para una caída del PIB de 1 a 2 por ciento por tres trimestres.

Aunque el términos financieros, la crisis actual ya puede ser considerada una de las más graves de la historia por las consecuencias que ha tenido, en materia económica, la mayor parte de las predicciones anticipan una recesión generalizada pero más o menos moderada, tanto en su profundidad como en su duración.

Hay que reconocer que en las actuales circunstancias, la posibilidad de anticipar con razonable precisión la evolución de las variables económicas, es cada vez menor.

Estamos en uno de esos momentos en los que hay demasiada inestabilidad como para poder saber lo que viene adelante.

Imagine usted una circunstancia física como el punto de ebullición del agua. Los principios y la lógica con los que hemos entendido la economía se aplican a su "estado líquido" pero cuando está cambiando de estado y se convierte en vapor, hay turbulencia y sus propiedades cambian rápidamente.

Algo así está pasando en la economía mundial.

Y, esa incertidumbre repercute en temas tan cercanos a nosotros como el precio del dólar.

Nadie sabe con certeza cuando va a estabilizarse porque la demanda de la divisa no deriva simplemente de factores nacionales sino de un contagio que alcanza múltiples mercados emergentes e incluso a los del mundo desarrollado, como los de Europa.

Mientras tengamos inestabilidad financiera internacional, lo más probable es que sigamos teniendo inestabilidad cambiaria en el mercado local.

No descarte nuevas corridas y niveles de más de 14 pesos para el dólar seguidas de ajustes a la baja. La estabilidad todavía no se ve cerca.

Las pérdidas de las finanzas y la economía

El desplome de los precios de las acciones ha conducido ya a cinco meses continuos de destrucción de valor bursátil en el mundo. Y en la economía material, las cifras de la industria en EU en septiembre, van todas para abajo.

enrique.quintana@reforma.com

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