La política está de güeva
Si la semana pasada comenté que la política en México se había convertido en un espectáculo para y por los medios, hoy debo decir que ha llegado a niveles verdaderamente pedestres. Realmente no hay a quién irle: por una parte, el pleito de vecindad entre Madrazo y Elba Esther; por otra, el PAN, con cuyas ideas nunca he comulgado pero que era un partido respetable, coqueteándole a Elba Esther y a sus maestros en una muestra del más absoluto pragmatismo; en otra más, el PRD postulando como candidato a Senador por Sonora a Alfonso Durazo, quien ya brincó del PRI al PAN y ahora aterriza en el sol azteca.
Preguntaba un personaje de Conversación en la Catedral (una de mis novelas favoritas aunque no aparezca como tal en Mi Perfil): en qué momento se jodió el Perú, Zavalita? Y habría que preguntarnos en qué momento se jodió México, qué ocurrió para que llegáramos a estos niveles tan lamentables. ¿Será que tenemos la clase política que nos merecemos? Yo tengo una hipótesis al respecto. Todo se jodió cuando se determinó proporcionar millones y millones de pesos a los partidos políticos y a los órganos electorales. Con el pretexto de que la democracia cuesta cara, se aprobaron las "prerrogativas" y se abrió la llave del dinero a los partidos políticos. Estos, que en teoría deberían ser organizaciones de ciudadanos agrupados en torno a un ideario común y en busca del poder para implantar ese ideario, se convirtieron en botín de unos vivos y atrajeron a la política a seres de la peor ralea, con la idea de que es un medio para hacerse de poder, de privilegios y de prebendas que de otra forma les sería difícil conseguir.
Eso explica la aparición de los Bejaranos, los Ahumadas, los Montieles, los niños verdes, y toda la lista de etcéteras que quieran agregar. Por otra parte, el poder se vuelve una adicción y ahí está el caso de Fujimori para que veamos que esto no ocurre sólo en México: si el pinche chino ya estaba muy tranquilo arreglando su jardín, ¿qué carajos tiene que intentar regresar a Perú a seguir jodiendo? Eso mismo habría que preguntarle a Salinas, y a Sodi y a Durazo y a también una larga fila de etcetéras que hacen lo que sea con tal de seguir en el candelero. ¿De verdad es tan fuerte su vocación de servicio?
Preguntaba un personaje de Conversación en la Catedral (una de mis novelas favoritas aunque no aparezca como tal en Mi Perfil): en qué momento se jodió el Perú, Zavalita? Y habría que preguntarnos en qué momento se jodió México, qué ocurrió para que llegáramos a estos niveles tan lamentables. ¿Será que tenemos la clase política que nos merecemos? Yo tengo una hipótesis al respecto. Todo se jodió cuando se determinó proporcionar millones y millones de pesos a los partidos políticos y a los órganos electorales. Con el pretexto de que la democracia cuesta cara, se aprobaron las "prerrogativas" y se abrió la llave del dinero a los partidos políticos. Estos, que en teoría deberían ser organizaciones de ciudadanos agrupados en torno a un ideario común y en busca del poder para implantar ese ideario, se convirtieron en botín de unos vivos y atrajeron a la política a seres de la peor ralea, con la idea de que es un medio para hacerse de poder, de privilegios y de prebendas que de otra forma les sería difícil conseguir.
Eso explica la aparición de los Bejaranos, los Ahumadas, los Montieles, los niños verdes, y toda la lista de etcéteras que quieran agregar. Por otra parte, el poder se vuelve una adicción y ahí está el caso de Fujimori para que veamos que esto no ocurre sólo en México: si el pinche chino ya estaba muy tranquilo arreglando su jardín, ¿qué carajos tiene que intentar regresar a Perú a seguir jodiendo? Eso mismo habría que preguntarle a Salinas, y a Sodi y a Durazo y a también una larga fila de etcetéras que hacen lo que sea con tal de seguir en el candelero. ¿De verdad es tan fuerte su vocación de servicio?
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